Leda no había tenido marido, aunque sí un gran amor y seguramente con él andaban sus pensamientos, y había sido tan grande su amor que aunque lo extrañaba, nunca la nostalgia le pudo ganar, porque guardaba en su mundo increible, precioso, soñado, privado toda la alegría del universo sin fin...
Mirta, en el final de la tarde.
Mirta, en el final de la tarde.
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