Es una preciosa casita, sencilla en la colina verde, rodeada de flores multicolores que resaltan sobre las paredes blancas impecables, donde vive Leda desde hace muchos años…ella la cuida con un esmero especial, blanquea las paredes, pone color rojo a las tejas del techo ayudándose con la escalera que coloca en la parte de atrás, quita lo viejo, riega y admira sus flores. A veces parece que todas las mariposas del lugar se reúnen allí compartiendo el regadío con los picaflores. Conoce su jardín tramo a tramo, sabe cuando el sol se vuelve arco iris, cómo se mueven las luces y… las sombras. Sabe cómo llega la luz de la luna cuando se pone a cenar detrás del ventanal. Nunca pudo entender bien por qué se quedó allí, y decidió hacerlo cuando no pudo entender bien por qué él no se quedó…No se animaba a irse por miedo al desencuentro…y cada noche detrás del ventanal prepara la mesa, con dos lugares y cuatro copas…se toma el vino propio y el otro, imaginando charlas con él. Cuando el alma se le llena de trinos y de estrellas abre el champán y percibe aquél perfume... lo evoca feliz, aunque la nostalgia le obliga a terminar la cena, mañana tiene que cuidar su casa y su jardín.

Esta noche, la luz de la luna no llega igual en la ventana de Leda, una rosa descansa sobre el mantel y las copas se llenan sin que se de cuenta… y el perfume... José llena las copas con una sonrisa increíblemente hermosa… no hay trinos ni estrellas, otra melodía inunda el lugar, se miran dulcemente en paz, sus manos temblorosas se encuentran en el medio de la mesa… luego sobreviene el abrazo tan cálido tan fuerte como interminable...!
Mirta Paraná, Noviembre de 2011
Leda se parece a nosotras, tan llenas de esperanza... Un abrazo, Mirta, Guillermina
ResponderEliminarSiii! Leda se parece a nosotras! Festejemos ésto tembien... Mirta
ResponderEliminarNo se bien que tienen las palabras que generan otras...yo agradezco infinitamente las tuyas...Mirta
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